jueves, 20 de febrero de 2014

El rito de los indios Cherokee

Cuando el niño empieza su adolescencia, su padre lo lleva al bosque, le venda los ojos y se va dejándolo solo.
Él tiene la obligación de sentarse en un tronco toda la noche y no puede quitarse la venda hasta que los rayos del sol brillan de nuevo en la mañana.
Él no puede pedir auxilio a nadie. Una vez que sobrevive esa noche, él ya es un hombre.
Él no puede platicar con los otros muchachos acerca de esta experiencia, debido a que cada chico debe entrar en la masculinidad por su cuenta.
El niño está naturalmente aterrorizado. Él puede oír toda clase de ruidos… Bestias salvajes que rondan a su alrededor, lobos que aúllan. Quizás algún humano que puede hacerle daño.
Escucha el viento soplar y la hierba crujir, sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda, ya que es la única manera en que puede llegar a ser un hombre.
Por último, después de esa horrible noche, aparece el sol y el niño se quita la venda… es entonces cuando descubre a su padre sentado junto a él.
Su padre no se ha ido, ha velado toda la noche en silencio, sentado en un tronco para proteger a su hijo del peligro sin que él se de cuenta.
De la misma forma, nosotros nunca estamos solos. Aun cuando no podamos verlo, en medio de las oscuridades de la vida, nuestro Padre Celestial está a nuestro lado, velando por nosotros, sentado en un tronco.
Cuando vienen los problemas y la oscuridad, lo único que tenemos que hacer es confiar en Él. Algún día vendrá el amanecer y lo veremos cara a cara tal cual es.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Mitos sobre el eclipse solar



Cada  civilización tenia una creencia sobre lo que sucedía cuando el sol era obstruido temporalmente y la luz que emitía desaparecía 

 Los aztecas tenían la creencia que un animal indefinido se come el sol.

 Los mayas creían que un eclipse solar era mas peligroso que uno lunar, ya que en el solar los espíritus diabólicos de toda clase salían de las profundidades de la tierra a atrapar personas  

 En china suponían que el eclipse era producido por un genio maligno que con su mano derecha ocultaba el sol y con la izquierda ocultaba la luna  y pensaban que al comenzar el fenómeno debían arrodillarse   y golpear la frente contra el suelo y al mismo tiempo sonar los panderos y tantanes 

 Los Hindú creían  que el demonio rahu se apoderaba del vino de la inmortalidad que solo bebían los dioses. al beberlo el sol y la luna lo acusa con vishnu , quien le corta la cabeza. rahu  , en venganza corre atras de los astros para castigarles.

 asi mismo los incas pensaban  que un eclipse de sol, el astro estaba enojado con el pueblo y se escondía para quitarles el calor y la luz , lo que se suponía presagios de calamidades incluso , hoy se puede  escuchar personas que afirman que una mujer embarazada  no puede salir durante un eclipse por que el feto puede sufrir malformaciones genéticas a causa del fenómeno 

martes, 11 de febrero de 2014

Incas - Mitología

Mitología Inca 




Los Incas, adoraban a la Luna (Mama Quilla), al Rayo (lllapa), al Arco Iris (Cuychi), a Venus (Chasca) y a las estrellas principales, dándoles a cada una de ellas un nombre. Igualmente adoraban a la Tierra (Pachamama) y al Mar (Mamacocha). En fin, tuvieron muchos dioses y diosas, pero el Sol fue al que predicaron e impusieron a todos los pueblos, inclusive por encima del creador Huiracocha, al que los Incas siguieron rindiendo -repetimos- un culto familiar, privado, secreto y máximo, porque al Sol (Inti) "le pedían", pero a Huiracocha "le suplicaban".
La mitología Inca estaba formada por una serie de leyendas y mitos, propia, de una religión politeísta. A sus dioses, el pueblo inca, les rendían cultos y sacrificios, al igual que en otras mitologías. Algunos nombres de dioses se repetían o eran llamados de igual forma en distintas provincias del pueblo Inca. Más tarde todos estos dioses se unificaron y formaron el que se denomina verdadero panteón Inca de divinidades.
Lo aplicado por la cosmogonía inca en el ámbito de las creencias debe ser considerado como uno de los instrumentos más importantes utilizados en el proceso de la formación de su imperio a la par de las transformaciones económicas, sociales y de la administración.
Los Incas creían que si el espacio horizontal estaba dividido en dos partes, y cada una de ellas subdividida en otras dos, el mundo aparecía compuesto por tres planos:
Hana Pacha (El mundo de arriba):
El Creador, en este plano, puso a los dioses, que tenían el aspecto brillante del Sol y de la Luna, de las estrellas y de los cometas, y de todo cuanto luce allá en lo alto, sobre nuestras cabezas.
Kay Pacha (El mundo de aquí):
Aquí, puso el dios creador, a los humanos, a los animales y a las plantas, a todo lo vivo, incluidos los espíritus.
Ucu Pacha o Urín Pacha (El mundo de abajo):
En el mundo del tercer plano, el mundo de abajo, quedó el espacio cerrado y reservado para los muertos.
Los tres planos estaban intercomunicados, pero eran unas vías muy especiales las que daban acceso a unos y otros. Al de arriba podía acceder el hijo del Sol, el Inca o príncipe, el Intip churín; desde el interior se podía acceder al de aquí, a través de todos los conductos naturales que se abren desde el interior al exterior, conductos por los que brotan las aguas de la tierra, cuevas, grietas y volcanes, pacarinas, que eran las vías primitivas de acceso por las que llegaron los seres que dieron comienzo a la humanidad; los gérmenes que hicieron nacer los animales, y las semillas que dieron vida a todas las plantas que crecen sobre el mundo de aquí.
Pacha significaba a la vez tiempo y espacio.


- El dios del Sol

Al igual que los chibchas con Bochica, que los aztecas con Huitzilopchtl, que los quinches con Hun-Apu-Vuch, los quechuas del imperio inca tenían al dios Sol en el primer peldaño del escalafón celeste, con el nombre sagrado e impronunciable de Inti, aunque más tarde fue evolucionando hacia una personalidad más compleja y universal, que terminó por absorber a la divinidad sin nombre de la creación, para dar paso a Uira Cocha, una abreviatura al nombre completo del dios Apu-Kon-Tiki-Uira-Cocha, nombre que, dice la enumeración de sus poderes (supremo ser del agua, la tierra y el fuego) sobre los tres elementos en los que se basó la creación del Universo. Este nuevo y mucho más poderoso dios del Sol no estaba solo en su reino, le acompañaba su esposa y hermana, como corresponde a un Inca, la Luna, en igualdad de rango en la corte celestial, bajo el nombre de Quilla. Al Sol se le representaba con la forma de un elipsoide de oro en el que también podían aparecer los rayos como otro de sus atributos de poder, y la Luna tenía la forma ritual de un disco de plata. El Sol, como creador, era adorado y reverenciado, pero a él también se acudía en busca de su favor y de su ayuda, para resolver los problemas y aliviar las necesidades, ya que solo él podía hacer nacer las cosechas, curar la enfermedad y dar la seguridad que el ser humano anhela. Naturalmente, a la diosa Quilla estaba adscrito el fervor religioso de las mujeres, y ellas eran quienes formaban el núcleo de sus fieles seguidoras, ya que nadie mejor que la diosa Quilla podía comprender sus deseos y temores, y darles el amparo buscado.


- La Creación de Viracocha (Uira Cocha o Huira Cocha)

En la nueva leyenda de la creación del mundo por Viracocha, posterior al mito primero de la creación del Universo para los incas, y al que sustituye definitivamente, se da al dios todopoderoso la facultad de dirigir la construcción de todo lo visible e invisible. Vircocha comienza su obra en las orillas del lago Titicaca, en Tiahuanaco, tallando en la piedra las figuras de los dos primeros seres humanos, de los primeros hombres y mujeres que van a ser los cimientos de su trabajo. Estas estatuas las va situando en las correspondientes picaronas y, a medida que les da nombre, se animan y toman vida en la oscuridad del mundo primigenio, porque todavía no se ha ocupado el dios de dar la luz a la tierra, solamente iluminada por el resplandor del Titi, un animal salvaje y ardiente que vive en la cima del mundo, seguramente el jaguar que se entremezcla con otros animales en las representaciones totémicas de los incas y de las culturas anteriores. Este mundo de aquí todavía está en tinieblas porque Viracocha posterga toda su labor de erección de un mundo completo, al nacimiento de los seres humanos que van a disfrutar de él. Satisfecho con los humanos, el dios prosiguió su proyecto, ahora poniendo en su lugar al Sol, a la Luna, a las estrellas infinitas, hasta cubrir toda la bóveda celestial con sus luces. Después, Viracocha deja atrás Tihuanaco y se dirige al norte, camino de Cacha, para, desde allí, llamar a su lado a las criaturas que él acaba de dotar con vida propia. Al partir de Tihuanaco, Viracocha había delegado las tareas secundarias de la creación en sus dos ayudantes, Toca pu Uira Cocha e Imaymana Uira Cocha, quienes emprenden inmediatamente las rutas del Este y del Oeste de los Andes, para paso a paso por tan largos caminos dar vida y nombre a todas las plantas y a todos los animales que van haciendo aparecer sobre la faz de la tierra, en una hermosa misión auxiliar y complementaria de la realizada antes por su dios y señor Viracocha, misión que terminan junto a la orilla del mar, para después perderse regiamente en sus aguas, una vez cumplida la tarea ordenada por el dios creador principal del Universo de los incas.


- Dioses menores

Aparte del gran Viracocha y su corte terrenal de Amauta, o sabios y primeros sacerdotes y administradores, el segundo cordón de clérigos, la nobleza militar y los Ayllus o gremios, regidos hasta en su más mínimo movimiento por la ley del Inca, el pueblo llano tenía su panteón con otros dioses menores, a los que, tal vez, le resultaba más sencillo y cercano dirigirse en busca de favores y soluciones. La estrella rizada de la mañana, acompañaba al Sol, al igual que Illapa, dios del trueno, como la imagen de la estrella de oro, la de la tarde, Chasca, hacía su guardia junto a la Luna, y Chuycú, el bello arco iris estaba por debajo de ambos grandes dioses. Las constelaciones de la copa de la coca (Coa Manca) era una constelación que cuidaba de las hierbas mágicas, como la constelación de la copa de maíz (Sara Manca) lo hacía con los alimentos vegetales, y la del jaguar (Chinchay) se encargaba de los felinos. El Huasicamayo era el dios tutelar del hogar, mientras que el Chajra-Camayoc se esforzaba por evitar que los ladrones entraran en esa misma casa, y los Auquis asumían la vigilancia de cada poblado. Había también un dios de las tormentas y otro dios del granizo; tras Pacha-Mama, la diosa de la Tierra, estaban Apucatequil y Piguero, como dioses tutelares de los gemelos; la serpiente Urcaguay era la divinidad de lo que estaba bajo tierra, mientras que el ávido Supai reinaba en el mundo de los muertos y no cesaba de reclamar más y más víctimas para su causa. También estaba el dios Kon, un hermano de Pachacamac expulsado por éste y que se llevó con él, al ser forzado a irse, la lluvia, y dejó a la franja costera del Perú seca para siempre; otros hermanos, Temenduare y Arikuté, dieron origen al diluvio con sus querellas.


- Acllas (Virgenes del Sol)

"Significaban para el Estado fuerza de trabajo para la fabricación de textiles, la preparación de bebidas para los ritos, y para el cumplir con la reciprocidad cuando se necesitaba de esposas para los señores con quien el soberano deseaba congraciarse".
Las Acllas se recluían entre los 8 a 12 años de edad, desde todo el tahuantinsuyu, eran elegidas por su belleza y aptitudes; servían como objetos de obsequios (concubinas o esposas) para curacas o nobles guerreros de acuerdo con el concepto andino de reciprocidad, el cual servía para que el Inca estableciera lazos de parentesco y comercio con los señores sometidos. Solo un grupo pequeño de éste grupo eran destinado al culto del Sol, permaneciendo vírgenes. La mayoría de estas eran hijas de curacas provincianos y cusqueños. Las elegidas para el culto del sol eran llamadas mamaconas y su misión era la de instruir a las "novicias", administrar el Acllahuasi y servir de "sacerdotisas" en el culto. Como hacían voto de eterna castidad fueron llamadas por los españoles "vírgenes del sol", término que se hizo extensivo, equivocadamente, a todas las acllas.
Las Acllas, al dejar el Ayllu de donde procedían, adquieren un status más elevado que el común de la gente, debido a que pasaban a servir directamente al inca, y por ende, al Sol.
La mayor parte de las Acllas atendían al Inca y le servían de concubinas en sus viajes.


- Manco Cápac

Personaje semilegendario, era uno de los cuatro hijos del fundador mítico de la tribu incaica, Viracocha, quien los habría hecho salir de una abertura central o "Abertura Magnífica" de una colina situada a unos 25 kilómetros al sur de Cuzco, mientras que de las aberturas laterales saldrían los diez clanes o ayllus originarios.
Los cuatro hermanos, Ayar Manco (Cápac), Ayar Cachi, Ayar Uchu y Ayar Auca, casarían a su vez con cuatro hermanas, Mama Ocllo, Mama Huaco, Mama Cora y Mama Raua respectivamente, y serían los responsables de la emigración que, junto a los diez clanes, les llevaría a asentarse en el Cuzco y fundar varias poblaciones más. La jefatura del grupo la asumiría Manco Cápac mediante la eliminación de sus hermanos (no por él): parece ser que Ayar Uchu quedó en el camino para servir al Sol, transformado en piedra, en la montaña de Huanacauri, ídolo que más tarde será central en los ritos de iniciación de los jóvenes incas nobles; el segundo hermano, Ayar Cachi, gran manejador de la honda, quedaría transfigurado en valle al hacer caer montañas con su honda, mientras el tercero, Ayar Auca, debía ser un genio alado también transformado en piedra y protector de la ciudad del Cuzco, adonde llegaría con Manco Cápac. A la llegada de éste al Cuzco junto a sus hermanas, parece que el territorio estaba ocupado por cuatro tribus aymara, los huallas, los alcabizas, los lares y los poques, que se someterán al poder inca y serán incorporadas como ayllus para asegurar su conquista y control.

lunes, 10 de febrero de 2014

¿QUIENES ERAN LOS BOLONTIKU? MITOLOGÍA MAYA

Los Bolon Tiku son los Nueve Señores del Tiempo y del Destino según la mitología Maya. De los nueve que son, siete se sacrificaron para entregarse a la Tierra, depositando sus vidas dentro del anillo formado por la órbita de la Tierra en torno al Sol, con el objetivo de poder ser redimidos al final del Ciclo cuando el “error en el Tiempo” pueda ser sido corregido. Participando e identificados con su despertar profético, cada uno de nosotros está purificando su alma, expandiéndola hacia el seno del corazón de la Tierra misma por un lado, y hacia dentro de la noosfera por el otro extremo, y preparándonos para la Segunda CreaciónLa culminación y cumplimiento de la Profecía del 2012.

Cada uno de los Nueve Señores del Tiempo y del Destino tiene un nombre específico, los que derivan de las profecías del Shambhala transmitidas por el maestroChogyam Trungpa Rinpoche. Originalmente, se refieren a los Nueve Grandes Lha, las fuerzas creativas supremas de la mente y la actividad iluminadas.

1. Blanca “A” Solitaria y Luminosa 
2. Niño Relámpago Rojo Gran Vacío 
3. Renombrado Moño Alto de Caracola 
4. Cresta de Garuda de Hierro Negro 
5. Suprema Doncella Dorada 
6. Impresionante Inmenso Cielo Azul 
7. Fuego Rojo de Única Ala 
8. Seis Vientos Turquesa de Impresionante Soplido 
9. Cuerpo Lha del Saber Primordial

                                                                                                       “Señores del Tiempo y el Destino” 

Los nueve dioses Mayas o los Bolontiku son comúnmente confundidos con deidades nocturnas y obscuras, sin embargo el estudio serio de ellos dentro del contexto de los mayas nos demuestra que Los bolontiku lejos de ser deidades malignas eran sumamente benéficas y benignas para ellos. 

Para los Mayas Prehispánicos los Bolontiku eran poderosos guías que les aconsejarían o iluminarían en la toma de decisiones ya sea tanto en actividades banales como decisivas, (ellos le llamaban “primicia” a este hecho), así que los bolontiku daban guía e inspiración por ejemplo para lidiar con temas como: comercio, nacimientos, matrimonios, eventos, espiritualidad, siembra y agricultura, guerra, etc. dado que los nueve rotaban cada día, se debería nacer bajo la tutela de alguno de ellos y este pasaría a ser de alguna manera como su ángel guardián. 

Los Bolontiku son 4 deidades femeninas y 5 Masculinas y se presentaban a los Mayas en sueños como un personaje que no hablaba directamente sino que inducía a la experiencia. 

El templo de los Bolontiku se encuentra en las imponente ciudad maya de Tikal, siendo la primera pirámide al entrar al sitio. 

Los rituales de consulta al Bolontiku o primicia se realizaban 9 veces al año, se construía un altar 

En el cual se asentaban 9 vasijas con Maíz endulzado, los participantes eran rameados 9 veces con 

Hierbas sahumadas con copal, luego el sacerdote agradecía las bendiciones del ellos y les invocaba a llegar al ritual, los participantes se alejaban por un rato para dejar a los Bolontiku bendecía el maíz del altar, el cual era repartido entre los participantes al final del ritual. 

Se desconoce hasta la fecha los nombres de los Bolontiku pues al parecer eran nombres que no se debían pronunciar, así que actualmente se le les denomina G1, G2, etc. 

jueves, 6 de febrero de 2014

El asesinato del che - entrevista

El 9 de octubre de 1967, un día después de ser capturado por el ejército boliviano, el Che Guevara fue ejecutado en la localidad de La Higuera, Bolivia. Lo que sigue son fragmentos del libro Lo pasado pensado, entrevistas con la historia argentina (1955-1983), de Felipe Pigna, adaptado para El historiador.
¿Qué sintió cuando capturó al Che en la quebrada del Churo?
Gary Prado(?): A mí no me causó ninguna impresión especial porque no era el mito lo que tenía delante. Cuando me avisan el cabo Balboa y los soldados Encina y Choque que lo habían capturado, lo que vi era un hombre sucio y derrotado. No era el mito, que ustedes contribuyeron a alimentar, era el hombre.
¿Quién era para usted el Che?
Gary Prado: Era un combatiente. Si ve las fotos de cuando fue capturado le da pena: no inspira ni respeto, ni temor, ni admiración. Pena es lo que inspiraba ese ser humano en condiciones de hambre, de harapos.
¿Fue una ejecución o un asesinato?
Gary Prado: Una ejecución, una ejecución sumaria.
¿Legítima?
Gary Prado: No. Una ejecución no es legítima. Es una ejecución. Es una decisión que toman los estamentos políticos. Tendrían sus razones.
¿Usted ayudó al Che a subir desde la quebrada y llegar hasta la escuelita de La Higuera?
Jorge Quiroga(?): Guevara estaba muy mal. Estaba herido y respiraba con dificultad. Todo el tiempo me agradecía la ayuda. Era un hombre de mucho coraje. Piense que tuvimos que caminar dos kilómetros y él todo el tiempo me preguntaba por su compañero, el Willy.
A las seis de la mañana del 9 de octubre de 1967 con sus 19 años Julia Cortez llegó cautiva por derecho propio a la escuelita donde le Che permanecía. Después de todo, ella era la maestra de esa escuelita dejada de la mano de Dios. Quiso conocer a ese hombre del que todos hablaban.
Julia Cortez(?): Quedé muy impresionada con él y le pregunté qué hacía un hombre tan lindo y tan importante como él ahí. Él me contestó: “¿Qué hace una mujer tan linda y tan importante como usted aquí? No se equivoque, los dos queremos lo mismo, mejorarle la vida a la gente, estamos acá por nuestros ideales”. Tenía la mirada de Jesús.
Mientras Julia y el Che conversaban, en La Paz el presidente René Barrientos, “asesorado” por la CÍA, tomó la decisión de asesinar al Che.
¿Quién da la orden?
Miguel Ayoroa(?): Nosotros estábamos saliendo cuando escuchamos por nuestra radio. “mi coronel –le dicen a Zenteno-, lo llaman de su comando, de Vallegrande”. Él entra, charla, y cuando sale, dice: “Orden del Comando Superior ha llegado a Vallegrande y me la están retransmitiendo: que no quieren sapos vivos”. Es decir, era la clave. Entonces, dice: “Éste es un problema porque acá los únicos vivos que hay son Guevara y Willy”. Cuando volvió ya nos dieron parte que lo habían matado.
Gary Prado: Yo no tomé ninguna decisión. Es problema de los generales que toman la decisión y la ejecutan. Yo era un capitán que entregó un prisionero; me fui con mi tropa a buscar más guerrilleros y cuando regreso encuentro un cadáver, ¿qué voy a hacer? La decisión la tomó el gobierno boliviano y los asesores norteamericanos sobre la base de cuatro argumentos: 1) Mostrarle a la opinión pública internacional que el Che fue derrotado en combate y muerto en acción. Era mejor que tenerlo prisionero. 2) El juicio a Regis Debray se estaba complicando por sus impresionantes repercusiones internacionales. Se imagina las repercusiones que provocaría un hipotético juicio al Che. 3) Sería imposible garantizar la seguridad del Che durante un eventual juicio y se corría el riesgo permanente de operaciones para liberarlo. 4) La ejecución del Che sería un duro golpe a Fidel Castro y su estrategia de extensión de la guerrilla en América latina. Esto fue lo que ellos evaluaron y por eso decidieron su muerte. Cuando me enteré, ya no podía opinar si estaba de acuerdo o no. Mi impresión posterior es que se cometió un error. Fue una decisión del gobierno boliviano. Por radio le dan la orden al coronel Zenteno, que organiza la ejecución simple; no hay ceremonia de despedida, no hay discursos. Cuando se hace una ejecución se acabó, ¿no?
¿La CIA fue determinante a la hora de decidir la muerte del Che?
Miguel Ayoroa: Sí. Claramente. Uno de los hombres de la CIA era Félix Rodríguez, un cubano exiliado, que entró en la escuelita al grito de “¿Tú sabes quién soy yo?”. El Che lo miró con asco y le contestó: “Sí, un traidor”, y le escupió la cara.
¿Usted vio el cadáver del Che?
Miguel Ayora: Lo vi ahí en La Higuera. “Hay que mandarlo al helicóptero”, me dicen.
¿El Che estaba tirado en el piso de la escuela?
Miguel Ayoroa: El Che estaba tirado en el piso. No en la escuela, sino cerca del helicóptero. Ya lo habían sacado. Tuvimos que embarcarlo con camillas, muerto, hasta Vallegrande en helicóptero. El piloto, Niño de Guzmán, en cada vuelo se llevaba dos muertos, uno amarrado en cada patín.
Por eso quedó con los ojos abiertos, por el viento del helicóptero.
Miguel Ayoroa: Sí. E incluso a Guevara, cuando estaba ahí muerto, se lo amarró con un trapo antes de amarrarlo al patín por la cabeza para que no abriera la boca. Y así debe haber llegado a Vallegrande.
El cadáver del Che fue trasladado en el patín de un helicóptero desde La Higuera a Vallegrande, el viento le abrió los ojos para siempre. El cadáver fue depositado sobre el piletón de la lavandería del hospital donde trabajaba Susana. Todo Vallegrande visitó el lugar. El cuerpo del Che yacía en medio de oficiales bolivianos y periodistas extranjeros.
¿Usted fue la encargada de preparar el cadáver del Che para exhibirlo?
Susana Osinagas(?): Yo no sabía quién era. Me llamó la atención que me pidieran que lo lavara, nosotros nunca lavábamos los cadáveres. Estaba muy sucio y tenía siete heridas de bala. Lo lavamos con agua y jabón y el doctor José Martínez Caso le aplicó una inyección de formol en la aorta para que no se descomponga. Él tenía los ojos abiertos y me miraba todo el tiempo, me corría para un lado y me miraba, me corría para el otro y me seguía mirando. Cada tanto lo sueño que me mira.


Gary Prado: General del Ejército Boliviano. El 8 de octubre de 1967 capturó al Che en la quebrada del Churo. Actualmente milita en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Bolivia.
Jorge Quiroga: Baquiano de la zona. Sigue viviendo en La Higuera del Che.
Julia Cortez: Maestra primaria. En octubre de 1967 estaba a cargo de la escuelita adonde fue alojado el Che como prisionero. Fue una de las últimas personas que vio al Che con vida. Hoy vive en Vallegrande.
Miguel Ayoroa: Coronel del Ejéricto Boliviano. Participó en la campaña contra el Che y estuvo a cargo de él hasta que fue desplazado por los agentes de la CIA que tomaron el control de la situación. Actualmente vive en Santa Cruz de la Sierra.
Susana Osinagas: En octubre de 1967 era enfermera en el Hospital Señor de Malta. Vive en Vallegrande


Memorias del “Che” a los 83 años

El 9 de octubre de 1967 moría asesinado en La Higuera, Bolivia, Ernesto "Che" Guevara, mientras intentaba llevar la revolución a América del Sur. 
Médico, político y guerrillero revolucionario, fue comandante del ejército que derrocó al dictador Fulgencio Batista en enero de 1959. Se convirtió, tras el triunfo de la Revolución Cubana, en uno de sus principales referentes.      
A continuación reproducimos un artículo de Felipe Pigna, donde repasa momentos emblemáticos de la vida del “Che”.
Autor: Felipe Pigna
‘¡Póngase sereno y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!”, dijo aquel combatiente vencido, con la vista nublada por el dolor y la derrota aquel mediodía del nueve de octubre de 1967 en la escuelita de “La Higuera”, mientras divisaba borrosamente a su verdugo, el soldado boliviano Mario Terán.
El hombre que había nacido en Rosario un 14 de junio de 1928, estaba prisionero tras su último combate en la quebrada del Churo la tarde anterior, y allí en su encierro en la espera del final, entre interrogatorios y agentes de la CIA, tuvo una larga noche para pensar y recordar, en la que probablemente vinieron a su mente muchas cosas, imágenes de una vida intensa, interesante, casi plena.
Una vida que no dejaba de pasar por aquel lugar indescriptible ubicado en algún sitio entre las pupilas y la memoria. Desfilaban imágenes de una tarde de sol allá en Alta Gracia adonde los Guevara se habían mudado cuando él tenía 4 años para atenuar su asma. Veía nítidamente las caras de sus hermanos, de su padre y de su madre, Celia, la que lo animaba a animarse a más, la que nunca hizo de Teté un niño enfermizo, la que estimulaba su natural temeridad. Sentía en aquel piso de tierra boliviana, un partido de rugby de hacía treinta años en el que no importaba nada más que ganarle al asma y a los contrarios. Llegaban entre los reclamos de dolor de su pierna herida de bala, fotos blanco y negro de aquel día en las minas de Potosí con olor a explotación, recuerdos de su querido Mariano Moreno, que estuvo y vio y puso en letras el sufrimiento centenario de los mineros que en aquel 1952 iban armados en camiones, luchando por la revolución, en aquel mismo país en el que ahora él estaba muriendo por la misma causa. Seguramente se acordaba de su gran viaje, a la manera de su admirado Conrad al “corazón de las tinieblas”, aquel viaje en el que, como médico que era le pudo tomar el pulso a la América real, la que nadie quería ver, sobre todo en un país tan “europeo” como la Argentina. Vio de cerca aquellas vidas que según ellas mismas “no valían nada”, jóvenes de 20 que parecían de 40, la tuberculosis,  la muerte joven, infantil, enfermedades llamadas desde siempre “evitables” o cínicamente calificadas como “sociales”. Recordaba aquella maravillosa primera vez que pensó en que se podía curar de a muchos, en “remediar”, “erradicar”, “operar”, y se dio cuenta de que entre la medicina y la política había muchas más conexiones de las que le habían enseñado en aquella facultad que formaba doctores de chapa en la puerta.
Recordaba como en Perú conoció el dolor del leprosario y la urgencia del remedio y leyó a Mariátegui y se emocionó en Machu Picchu, como Neruda.
Mientras Terán tambaleaba y él tenía que hacer el esfuerzo sobrehumano de tener que entender a su ocasional asesino, de tener que sobreponerse a la bronca y saber que su último aliento le iba a ser quitado por alguien que obedecía órdenes de muy arriba, tan arriba como Washington, mientras pensaba que no tenía que pensar, seguramente su cabeza no paraba y se acordaba de la primera vez que había tomado un fusil en aquella Guatemala de Jacobo Arbenz, el hombre que se había atrevido a la United Fruit soñando la reforma agraria y la tierra para todos. Allí fue, en 1954, en los comités de defensa contra aquella invasión norteamericana que, a falta de armas de destrucción masiva, argumentó que el ejemplo guatemalteco era nocivo para la región, cuando le vio la cara nítidamente a su enemigo.
Seguramente recordó su avidez por la lectura, aquella desesperación por los libros, por aquellas historias de héroes absolutamente románticos, que lo llevaban por mares, selvas y valles, y aquel diccionario filosófico que se animó a escribir en plena adolescencia.
Se le borraban algunos detalles, pero se acordaba de aquel día de 1955, cuando se produjo su encuentro con Fidel, del plan de invasión a Cuba, de la carta a sus “viejos”, de su definitivo cambio de vida y de su entrada a la historia. Entonces era ya padre de una niña, Hildita, que dejaba en México y se jugaba a suerte y verdad en un yate con otros 80 devolviéndole el favor a Martí, aquel patriota cubano que supo ser cónsul argentino en Nueva York. Sí, tenía presentes aquellas líneas que escribió en aquellos amaneceres: He pasado la vida buscando la verdad a viva fuerza y ahora, hallado el camino y con una hija que me perpetúa, he concluido el ciclo. Desde ahora en adelante no consideraré mi muerte como una derrota”.
En aquella nebulosa de sol y tiempo final, había lugar para pensar en aquellos doce que quedaron tras el desembarco  y que entre el hambre y el peligro permanente de que todo terminara en aquella sierra que tendría para él mucho de maestra, la vida le iba a regalar una anécdota, a facilitarle las cosas cuando más se le estaban complicando. En pleno combate había tenido que elegir entre su equipo de médico y su fusil. Recordaba que a partir de entonces fue el comandante Guevara, un hombre de consulta del jefe máximo y el responsable de uno de los frentes clave del ejército rebelde.
Rememoraba cuando su voz, ya suavemente impregnada de Caribe, había llegado a toda América a través de una grabación del periodista Jorge Massetti de la Radio El Mundo de Buenos Aires y dos años después tomaba Santa Clara y daba la última batalla abriendo el camino de los “barbudos”  a La Habana.
Recordaba seguramente su paso por el funcionariado, ministro de Industrias, embajador itinerante de Cuba en el mundo. Pero su vida no era de escritorios y pasó a la acción primero en el corazón de África, en el Congo y Tanzania, donde intentó poner en práctica su libro la Guerra de guerrillas que había publicado unos años antes.
Aquella tarde de octubre le traía memorias de su huída de Tanzania, su vuelta a Cuba, sus primeros enojos con la ortodoxia soviética y su decisión de hacer la revolución en Argentina, la despedida de sus hijos y aquella carta que se haría famosa. “Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo.”
Había llegado el vmomento que años más tarde Terán recordaría“Ése fue el peor momento de mi vida. En ese momento vi al “Che” grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentía que se echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido el “Che” podría quitarme el arma. ‘¡Póngase sereno –me dijo– y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!’ Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé”.1
Así terminaba aquella vida, la del hombre que hoy tendría  83 años, pero quedó joven para siempre en aquella foto presente a toda hora en cualquier lugar del mundo, en donde haga falta.
Referencias:
1 Testimonio del suboficial Mario Terán, publicado en la revista Paris Match, octubre de 1977.

Fuente : el historiador (argentina) 
4 leyes de la espiritualidad hindú 

La primera dice:

“La persona que llega es la persona correcta”, es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación.

La segunda ley dice:

“Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido”.

Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el: “si hubiera hecho tal cosa…hubiera sucedido tal otra…”. No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo.

La tercera dice:

“En cualquier momento que comience es el momento correcto”.

Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará.

Y la cuarta y última:

“Cuando algo termina, termina”.

Simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia.